miércoles, 5 de diciembre de 2007

YO VIVO P’ALLÁ

por: Rafael Del Valle
La deformación profesional obliga a "testear" como dicen ahora, desde nuestra propia perspectiva los lugares por los que uno transita. Un amigo presidente de Junta de Vecinos, me invitó a explicar los programas que el Gobierno puso a disposición de la ciudadanía en materia de mejoramiento de viviendas sociales y su entorno.
Visitando el sector se encuentra con lo típico: Algunas familias han mejorado su vivienda mientras que la gran parte mantiene su caseta sanitaria inmersa entre mediaguas y adelantos informales logrados hasta donde llegaron las fuerzas, constituyendo un conjunto homogéneo de grises necesidades. De las áreas públicas comunitarias, ni hablar.
Apropiándome de la triquiñuela del Cardenal Silva, consistente en llevar unos caramelos en los bolsillos me acerqué a un grupo de niños, sin que costara mucho mantener una conversación, dirigida por supuesto, a averiguar asuntos de mi interés. Conclusiones entre otras varias: no todos conocen el nombre de la calle donde viven, y que las casas tienen un número, como tampoco saben a que obedece la denominación de su población. Es que yo vivo p’allá, yo también dijo otro, excusándose.
No saben el nombre completo de su profesora, ni menos el de su escuela.
Usando el suelo como pizarra tratamos de hacer un croquis de la población para que supuestamente no me perdiera. No hubo acuerdo acerca de su extensión, ni de sus principales calles, menos la veían como una unidad espacial, justificativa de un ámbito propio. "Barrio" fue una palabra vacía, uno de los mayores me explicó que en el sector no podía ser un barrio porque se trataba de una "pobla".
Ellos y sus familias van a San Bernardo, siendo habitantes de la misma comuna, "allá en San Bernardo hay una plaza con una piscina al medio" me explicaron.
El sentido de la pertenencia y de la identidad son básicos para un positivo comportamiento de la ciudad en su conjunto. Los sectores desarraigados constituyen el mejor aliciente para la marginación, y el enquistamiento o dominación de grupos perversos dentro de la estructura social.
Estamos ciertos que el Gobierno dio en el clavo con estos programas de mejoramiento habitacional, considerando adicionalmente que por primera vez en mucho tiempo, y en diversos ámbitos, los protagonistas son los vecinos organizados. Así la gente se prepara para amononar su plaza, para ampliar su vivienda, pintar la casa, arreglar el baño y techo o reponer los vidrios de las ventanas sustituidos piadosamente a través del tiempo por bolsas plásticas.
En esto los Municipios son fundamentales: Participar en comunidades donde resurge la posibilidad de hacer vecindario sin tocar un peso de su presupuesto es algo no despreciable. Asimismo, siendo quienes reciben las obras, es de su responsabilidad, y no sólo moral, contribuir a la buena elección de aquellas empresas a cargo de la motivación previa y de la ejecución en terreno, de modo tal que el aporte estatal sea bien aprovechado, salvo que por si mismas estén en situación de ejercer dicha función.
Estamos ante una proposición concreta y cierta de avanzar en la integración social.
Sí aquí vivo yo, te invito a mi casa, calle y número.

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