En un periódico que relata hechos insólitos expusieron el caso de un hombre que durante toda su vida buscó un tesoro y murió a tres metros de donde estaba enterrado. La historia cuenta que lo encontraron con el mapa incrustado en una de sus manos, sin lograr su propósito y sin cumplir su sueño.
Este caso ejemplifica lo que está sucediendo con la mayoría de los seres humanos del Siglo XXI, que sólo sueña con la búsqueda de tesoros materiales, como poder económico, lujos, grandes casas, enormes televisores, vehículos 4X4, viajes, dinero, opulencias, más tarjetas de crédito…
Las exigencias que impone la modernidad no dejan tiempo para recordar que somos espíritu y materia.
Cada ser humano, hombre o mujer, tiene su sueño personal, que al igual que ocurre con el sueño de la sociedad a menudo está dirigido por el miedo. Aprendemos a soñar el infierno en nuestra propia vida, en nuestro sueño personal. El mismo miedo que se manifiesta en cada persona de diferentes formas, porque todos sentimos rabia, celos, odio, envidia y otras emociones negativas. Nuestro sueño personal también puede convertirse en una pesadilla permanente en la que sufrimos y vivimos en un estado de miedo constante. Sin embargo, no es necesario que nuestro sueño sea una pesadilla permanente. También es posible disfrutar de un sueño agradable.
Toda la humanidad busca la verdad, la justicia y la belleza. Buscamos la justicia porque en el sistema de creencias que tenemos no existe. Buscamos la belleza, porque por muy bella que sea la persona, no creemos que lo sea. Seguimos buscando riquezas y riquezas cuando todo ya está en nosotros. No hay más verdadque encontrar. Donde miremos, todo lo que vemos es la verdad, pero debido a los acuerdos y las creencias que hemos almacenado en nuestra mente, no tenemos ojos para verla.
No vemos la verdad porque estamos ciegos. Lo que nos impide ver son las falsas creencias que tenemos en la mente, Necesitamos sentir que tenemos razón y que los demás están equivocados. Confiamos en lo que creemos y nuestras creencias nos invitan a sufrir. Es como si viviésemos en medio de la bruma. Vivimos en medio de una bruma que ni siquiera es real. Es un sueño, nuestro sueño personal de la vida: lo que creemos, todos los conceptos que tenemos sobre lo que somos, todos los acuerdos a los que hemos llegado con los demás, con nosotros mismo.
Toda nuestra mente es una bruma que los toltecas llamaron MITOTE, un sueño en el que miles de personas hablan y nadie comprende nada. En la India lo llaman MAYA que significa “ilusión”. Nuestro concepto del “Yo Soy”. Nos resulta imposible ver quiénes somos verdaderamente, nos resulta imposible ver que somos libres.
Esta es la razón por la cual los seres humanos nos resistimos a la vida. Estar vivos es nuestro mayor miedo, arriesgarnos a vivir, correr el riesgo de estar vivos y expresar lo que realmente somos, porque hemos aprendido a vivir intentando satisfacer las exigencias de otras personas.
Durante el proceso del crecimiento nos formamos una imagen mental de la perfección material con el fin de ser lo suficientemente buenos.
Entonces, el verdadero problema en este Siglo XXI no es encontrar riquezas materiales, sino encontrar el punto de equilibrio entre la materia y lo espiritual.
Este caso ejemplifica lo que está sucediendo con la mayoría de los seres humanos del Siglo XXI, que sólo sueña con la búsqueda de tesoros materiales, como poder económico, lujos, grandes casas, enormes televisores, vehículos 4X4, viajes, dinero, opulencias, más tarjetas de crédito…
Las exigencias que impone la modernidad no dejan tiempo para recordar que somos espíritu y materia.
Cada ser humano, hombre o mujer, tiene su sueño personal, que al igual que ocurre con el sueño de la sociedad a menudo está dirigido por el miedo. Aprendemos a soñar el infierno en nuestra propia vida, en nuestro sueño personal. El mismo miedo que se manifiesta en cada persona de diferentes formas, porque todos sentimos rabia, celos, odio, envidia y otras emociones negativas. Nuestro sueño personal también puede convertirse en una pesadilla permanente en la que sufrimos y vivimos en un estado de miedo constante. Sin embargo, no es necesario que nuestro sueño sea una pesadilla permanente. También es posible disfrutar de un sueño agradable.
Toda la humanidad busca la verdad, la justicia y la belleza. Buscamos la justicia porque en el sistema de creencias que tenemos no existe. Buscamos la belleza, porque por muy bella que sea la persona, no creemos que lo sea. Seguimos buscando riquezas y riquezas cuando todo ya está en nosotros. No hay más verdadque encontrar. Donde miremos, todo lo que vemos es la verdad, pero debido a los acuerdos y las creencias que hemos almacenado en nuestra mente, no tenemos ojos para verla.
No vemos la verdad porque estamos ciegos. Lo que nos impide ver son las falsas creencias que tenemos en la mente, Necesitamos sentir que tenemos razón y que los demás están equivocados. Confiamos en lo que creemos y nuestras creencias nos invitan a sufrir. Es como si viviésemos en medio de la bruma. Vivimos en medio de una bruma que ni siquiera es real. Es un sueño, nuestro sueño personal de la vida: lo que creemos, todos los conceptos que tenemos sobre lo que somos, todos los acuerdos a los que hemos llegado con los demás, con nosotros mismo.
Toda nuestra mente es una bruma que los toltecas llamaron MITOTE, un sueño en el que miles de personas hablan y nadie comprende nada. En la India lo llaman MAYA que significa “ilusión”. Nuestro concepto del “Yo Soy”. Nos resulta imposible ver quiénes somos verdaderamente, nos resulta imposible ver que somos libres.
Esta es la razón por la cual los seres humanos nos resistimos a la vida. Estar vivos es nuestro mayor miedo, arriesgarnos a vivir, correr el riesgo de estar vivos y expresar lo que realmente somos, porque hemos aprendido a vivir intentando satisfacer las exigencias de otras personas.
Durante el proceso del crecimiento nos formamos una imagen mental de la perfección material con el fin de ser lo suficientemente buenos.
Entonces, el verdadero problema en este Siglo XXI no es encontrar riquezas materiales, sino encontrar el punto de equilibrio entre la materia y lo espiritual.
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